Las Grandes Clásicas, la esencia del ciclismo
- Actualizado: octubre 20, 2014

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Vanderaerden, Kelly y Bauer en el muro de Koppenberg |
Las carreras llamadas clásicas son pruebas de un día en el calendario World Tour. Algunas de ellas son carreras con unos encantos especiales y de gran importancia en la historia del ciclismo mundial. Son las Grandes Clásicas, donde aún se guarda y se conserva la grandeza del ciclismo. Estas carreras son el último reducto del verdadero ciclismo añejo de toda la vida, en donde la planificación y la previsión son imposibles. El del ciclismo a la antigua usanza, de carreteras angostas, reviradas y difíciles de controlar; donde aún existen márgenes para salirse del guión y provocar situaciones de carrera diferentes e inesperadas. Ataques y contraataques continuos, batallas tácticas, inteligencia, astucia, sangre fría, sangre caliente, valentía, suerte y fondo físico. Son en definitiva carreras que aún mantienen intacta la esencia del ciclismo. La máxima expresión de la pasión por el deporte de competición más bello del mundo.
En estas carreras no se reparten ni premios de la montaña, ni por equipos, ni de los jóvenes… Por este motivo son tan disputadas, pues solo vale buscar la victoria final. En algunas de estas pruebas el reglamento impide hacer uso de los radio-transmisores o pinganillos por parte de los equipos, lo que ayuda a que las carreras sean aún más descontroladas e imprevisibles, y nunca se está seguro de cuál puede ser la escapada buena o el ataque definitivo.
Los 5 Monumentos del Ciclismo
La “moda” de los Monumentos comenzó cuando se implantó la Copa del Mundo de Ciclismo en 1989, con la intención de diferenciar a las pruebas más antiguas del resto de carreras de un día que la componían. Hasta entonces apenas se hablaba de los Monumentos del Ciclismo. Existían 9 Grandes Clásicas: Las más prestigiosas y deseadas del calendario, que puntuaban para la premiación anual del Súper Prestigio: una especie de campeonato del mundo oficioso por puntos que coronaba al ciclista más completo, al mejor de la temporada. No hay más que ver el brillo del listado de ganadores para comprobarlo. Estas Grandes Clásicas eran: Milano-Sanremo, Ronde Van Vlaanderen, Gent-Wevelgem, Paris-Roubaix, Fleche Wallone, Liege-Bastogne-Liege, Amstel Gold Race, Paris-Tours y Giro di Lombardía.
Clasicómanos de leyenda
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Tres leyendas en la Roubaix 1977: De Vlaeminck, Maertens y Moser |
Históricamente, los corredores flamencos (de la región del norte de Bélgica donde se habla neerlandés) han sido los grandes dominadores de las grandes clásicas europeas. No en vano los únicos corredores que han logrado vencer en los 5 Monumentos son flandriens: Rik Van Looy, Eddy Merckx y Roger De Vlaeminck. Pero no todos son belgas. Grandes clasicómanos fueron también Alfredo Binda, Fausto Coppi, Germain Derijcke, Louison Bobet, Rik Van Steenbergen, Fred De Bruyne, Freddy Maertens, Hennie Kuiper, Jan Raas, Francesco Moser, Sean Kelly, Bernard Hinault y Moreno Argentin entre otros menos destacados. En décadas recientes tenemos a Johan Museew, Michele Bartoli, Paolo Bettini y Oscar Freire como los ciclistas con mayor número de clásicas en su palmarés. En la actualidad podemos disfrutar de los últimos años de esplendor de dos grandes clasicómanos como son Tom Boonen y Fabián Cancellara. Las ediciones de este año del Tour de Flandes y París-Roubaix se presentan apasionantes ante las batallas cuerpo a cuerpo que nos pueden regalar estas dos leyendas vivas de ese ciclismo denominado “de las piedras”. Otro gran clasicómano como Philippe Gilbert lamentablemente parece haberse estancado tras sus grandes triunfos entre 2008 y 2012.
Las siguientes son las Grandes Clásicas históricas del calendario ciclista, en orden cronológico a como se disputan durante la temporada.Ganar cualquiera de estas carreras es el sueño de muchos ciclistas, pues supone entrar en el libro de oro de la historia del ciclismo.
Milán-San Remo, la Classicissima
Gante-Wevelgem, en los dominios de Eolo
Es una de las carreras más importantes del norte de Bélgica, que se disputa en varias fases cercano al mar. Los principales obstáculos de la prueba son los muros del pavimentado y duro Kemmelberg, Monteberg, Baneberg y el también adoquinado Kasselberg, y el recorrido plano pero abierto y expuesto a fuertes vientos laterales, formándose habitualmente los famosos abanicos que fraccionan aún más el pelotón en varios grupos. A pesar de estas dificultades no siempre se consigue romper totalmente la disciplina del lote y seleccionar del todo el gran grupo. Por esto se considera una clásica apta para embaladores de grupos más o menos selectos.
Tour de Flandes, la fiesta del ciclismo
De Ronde es una de las carreras más espectaculares del año, con una sucesión de tramos de pavé intercalados entre cortos muros con rampas de 2 dígitos. Muchas de estas cotas o bergs son adoquinadas, lo que aumenta la dificultad a la hora de subirlas. Siempre es una carrera que supera los 250 kilómetros, apta para corredores potentes que les permitan superar a base de explosividad las tradicionales cotas que salpican el recorrido. Las más conocidas y difíciles son Taaienberg, Eikenberg, Molenberg, Kruisberg, el temido Koppenberg, Oude Kwaremont y Paterberg. Lamentablemente el mítico Kapelmuur o Muro de La Capilla se suprimió en las últimas ediciones.
La primera edición tuvo lugar en 1913. El record de victorias lo comparten los belgas Achille Buyse, Eric Leman, Johan Museew y Tom Boonen con el italiano Fiorenzo Magni, conocido como “el león de Flandes”, con 3 ediciones cada uno.
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Fanáticos flandriens en el mítico Muro de la Capilla (Kapelmuur) |
París-Roubaix, el Infierno del norte
Su extrema dureza la hace única. Es el último reducto de un ciclismo salvaje y en vías de extinción. “La lucha por la supervivencia” adaptada a nuestro deporte favorito. Solo apto para tipos duros física y psicológicamente, que aguanten el continuo castigo al que es sometido su organismo en los largos y continuos tramos de pavé. Hay otras carreras que pasan por tramos adoquinados. Pero ninguno está en tan precario estado como el pavé del Infierno del norte. Este detalle, unido a que son siempre alrededor de 50 kilómetros los transitados por esta superficie en los casi 260 kilómetros totales de que suele constar la París-Roubaix; y que al ser en plano las velocidades que se alcanzan son mayores, con lo que el traqueteo de la bici y el castigo a los cuerpos es mucho mayor, hacen que esta sea la carrera ciclista de un día más dura, exigente y espectacular de todo el año.
Otras características de la París-Roubaix son que, salvo algunas ediciones en los años 80, siempre finaliza en el velódromo de Roubaix, al que se le da vuelta y media para superar la línea de meta. Y el trofeo al vencedor es muy diferente a las habituales copas: un pesado adoquín, alzado con orgullo por los campeones.
Este Monumento es una de las carreras más antiguas que aún sobreviven en el calendario internacional. Se disputó por vez primera en 1896 con el nombre de La Pascale, por disputarse siempre el domingo de Pascua de la Semana Santa. Roger De Vlaeminck, también conocido como “el gitano” y “Monsieur París-Roubaix”, comparte el record de victorias con su compatriota Tom Boonen, los dos con 4 ediciones ganadas.
Amstel Gold Race, la carrera de la cerveza
Flecha Valona, el paraíso de los sprint en cuesta
Al igual que la Amstel Gold Race y la Lieja-Bastoña-Lieja, el recorrido por las Ardenas belgas está salpicado de cortas cotas de diferente dificultad, siendo el Muro de Huy el más famoso y duro de todos, con rampas de hasta el 26% de desnivel. Este muro se pasa 3 veces, y en la última de ellas se sitúa la línea de meta. En los últimos años se ha convertido en la más previsible de las Grandes Clásicas, porque al estar situada en el calendario entre dos carreras tan largas e importantes como Amstel y Lieja, los corredores reservan sus fuerzas para estas otras pruebas, y dejan la resolución para el kilómetro final. Lo que hace de la Flecha Valona una carrera apta para up-hill finishers o embaladores cuesta arriba. El año pasado tuvimos a dos colombianos disputando la victoria. Esperemos que no se demore en el tiempo que alguno de nuestros escarabajos logre alcanzar el puesto más alto del pódium.
La primera edición se disputó el año 1936. Los ciclistas que más veces se impusieron en la meta de Huy son los italianos Moreno Argentin y Davide Rebellin, con 3 victorias cada uno.
Lieja-Bastoña-Lieja, la Decana de las clásicas
El 4º Monumento de esta lista es la clásica más antigua del calendario tras la Milán-Turín. La primera edición trata de 1892, por eso es conocida como La Doyenne (la decana).
La carrera siempre tiene alrededor de 260 kilómetros, en un recorrido que como su propio nombre indica, sale de Liege hacia el sur, hasta llegar a Bastogne y regresar hasta la ciudad de comienzo. Pero en su recorrido de vuelta hacia el norte recorre los montes y bosques de Las Ardenas belgas, atravesando varias colinas de diferente dificultad que constituyen la principal y tradicional característica de la dureza de esta prueba. Este año se suben las cotas de La Roche-en-Ardenne, Saint-Roch, Wanne, Stockeu, Haute-Levée, La Vequée, La Redoute, Sprimmont, Forges, Roche-aux-Faucons (la roca de los halcones), Saint-Nicolas y el repecho de Ans donde se sitúa la meta. En ediciones anteriores también fueron incluidas cotas como Rosier, Maquisard, Mont-Theux o Sant-Tilman.
París-Tours, para pasistas y embaladores
La única gran clásica que falta en el impresionante palmarés de Eddy Merckx se disputa en el mes de octubre. Su recorrido de unos 250 kilómetros es eminentemente llano, muy adecuado para rodadores y embaladores. Los últimos kilómetros siempre son muy nerviosos. Las dos cortas cotas de la parte final siempre dan lugar a escaramuzas de hombres potentes que cortan el lote. Pero la mayoría de las veces el pelotón logra reorganizarse y consigue alcanzar a los escapados poco antes de la meta situada en la bella Avenida de Grammont, con el consiguiente embalaje que casi siempre suele resultar espectacular.
Su primera edición fue en 1896. Con 3 triunfos cada uno, comparten el pódium de victorias los belgas Gustave Danneels y Guido Reybrouck, el francés Paul Maye, y el alemán Erik Zabel.
Giro de Lombardía, la Clásica de las hojas muertas
Es el 5º y último Monumento del año. Se disputa en el otoño europeo, a finales de la temporada ciclista, en el norte de Italia, en la región que da nombre a la prueba. Actualmente se denomina oficialmente Il Lombardía. Podríamos decir que se trata una clásica de montaña que ronda los 250 kilómetros y en los que se ascienden varios altos de diferente dureza que podrían catalogarse de 1ª, 2ª y 3ª Categoría. La ascensión más famosa es el Colle de La Madonna del Ghisallo, en cuya cima hay una capilla donde se venera a la Patrona de los Ciclistas. Pero la subida más dura es el Muro de Sormano, con rampas brutales de hasta el 27%. Así y todo su mayor dificultad no radica en superar estos puertos, sino en que los corredores llegan cansados a disputarla después de una larga temporada.
Hay más clásicas para disfrutar
Pero no son estas las únicas clásicas importantes. Hay otras muchas pruebas de un día a lo largo del año. Las de mayor prestigio actualmente podrían ser la Omloop Het Nieuwsblad (antes conocida como Het Volk), Strade Bianche (carreteras blancas –destapadas- en italiano), E3 Harelbeke, Clásica de San Sebastián, Milán-Turín y Giro del Piamonte (ganado por Urán en 2012). Pero también están la Flecha Brabançona, la Vattenfall Cyclassics, el Giro de Emilia (con triunfos de Betancur en 2011 y Quintana en 2012), el Gran Premio de Plouay… Es una lástima que desaparecieran del calendario pruebas como el Gran Premio de Zúrich y la mítica y diferente Burdeos-París, con sus 600 kilómetros y las derny (motos de pequeña cilindrada) tras las que se resguardaban los valientes que se atrevían a disputarla.
Conocerlas es amarlas
Ahora que disfrutamos de la generación de corredores más completos de nuestra historia ciclista, que disputan varias de estas Grandes Clásicas con muchas posibilidades de vencer en ellas, sería deseable que en Colombia se crearan carreras de un día de este tipo, de kilometrajes superiores a los 200 kilómetros, cada una con unas características propias y con dificultades a superar por los ciclistas fácilmente identificables por los aficionados (como lo son el pavé, los muros o las carreteras destapadas). Y qué bonito sería que con el paso del tiempo se convirtieran en tradicionales. Es decir: en Clásicas carreras de un día.
Este domingo en Italia con la Milán-San Remo, y hasta la Lieja-Bastoña-Lieja el 27 de abril, comienza el mes de las Clásicas de Primavera. Preparémonos para disfrutar de la pasión ciclista en toda su intensidad.